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Paulo Leminski. Imagen tomada de www.jornaltornado.ptpaulo-leminski-30-anos-de-saudades 

las galaxias

del sobresalto

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Con su poética y su actuar desobediente, Paulo Leminski (1944-1989) inspiró a otros poetas a salir del impasse concretista en el que se hallaba sumida la poesía brasileña de su época. Hasta el día de hoy es una figura muy influyente para las nuevas generaciones. En estos dos textos es posible percibir su visión artística y literaria

Textos provenientes de Paulo Leminski, Un signo incompleto. Artículos, apuntes, cartas, conferencias y conversaciones, organización, prólogo y traducción del portugués de Iván García, con la colaboración de Rodolfo Mata, Reynaldo Jiménez, Mario Cámara, Joaquín Correa, Vania Rocha y Paulo Ferraz. Segunda edición corregida y aumentada. Este libro será publicado en México próximamente por E1 Ediciones en la serie Filtraciones, dirigida por Iván García.

 

Paulo Leminski

 

 

Traducción de Iván García

Un signo incompleto

 

 

Quien escribe como se escribía hace veinte años sale de los libros de literatura, no de la vida. ¡Hay que innovar! Hay que aprender de la vida, que es la madre inagotable de todos los procesos, formas y estructuras. Yo prefiero la vida, ese signo siempre incompleto. La poesía, para mí, tiene que ser alegría y esperanza. El puro júbilo del objeto, esplendor del aquí y ahora. O el silbo de una canción que acompaña nuestro camino en el viaje a la Utopía.

   Muy pronto supe que la poesía no cambia ni mierda de lo real histórico. Quien quiere que la poesía sea una bandera de guerra o una tribuna, se equivocó de profesión y eligió mal el instrumento. No digo que la poesía no pueda brotar de lo político o social más explícito. Puede. Y hasta diría que debe, en un país como este. Pero que salte al modo específico de la poesía, en el ser del lenguaje.

   Quieren trasladar la gravedad de los temas que abordan (el obrero, la miseria, el hambre, la desgracia) a su poesía. Pero un poema convencional sigue siendo mediocre aunque embista contra toda la opresión del mundo. Fenómeno más de sociología de la literatura que de poesía, llegará un día en que casi todos esos poemas sociales no serán más que un índice del estado espiritual de nuestras élites de escritorzuelos, en esta época fea y triste de nuestra historia.

   ¿Qué quedó de la inmensa literatura y poesía abolicionista y republicana que se ocupó de Brasil al final del Imperio?

La poesía habla una lengua. La historia, otra.

 

 

 

Un movimiento interior

 

 

Kata. Formalismo. La forma viene del interior. Es una canalización de la agresividad. Solo en la forma encuentro mi sitio, las formas me protegen, son la armadura.

 

Del judo aprendí mucho en términos de poesía, aprendí a contar siempre con mis propias fuerzas, a sacar desde el fondo de mí mismo todo lo necesario para el momento decisivo, y sobre todo la capacidad de no titubear ante una intuición, porque, al igual que en la poesía, en las artes marciales cualquier segundo de vacilación puede ser fatal, puede provocar el fracaso de un golpe. Sea en karate, judo o aikido, o incluso en capoeira, cualquier titubeo puede significar el fracaso de un golpe o de un movimiento. En materia de poesía, lo que hoy busco no es el tallereo, es decir, trabajar y trabajar en algo hasta que ese algo quede bonito. No… Es hacer un movimiento de tal forma fiel a un movimiento interior que salga con la precisión de un golpe de karate.

 

Para mí la poesía es un inutensilio. La única razón de ser de la poesía es que forma parte de aquellas cosas inútiles de la vida que no necesitan una justificación, porque ellas son la propia razón de ser de la vida. Querer que la poesía tenga un porqué, querer que esté al servicio de alguna cosa, es lo mismo que querer, por ejemplo, que un gol de Zico tenga una razón de ser, que tenga un porqué más allá de la alegría de la multitud. Es lo mismo que querer, por ejemplo, que un orgasmo tenga un porqué. Es lo mismo que querer, por ejemplo, que la alegría de la amistad, del afecto, tenga un porqué. Yo creo que la poesía forma parte de aquellas cosas que no necesitan un porqué. ¿Para qué por qué?

 

El placer de usar el lenguaje es uno de los mayores placeres humanos. Junto con el sexo, comida, bebida, las relaciones de… las drogas, los estados extraordinarios… y de todo aquello que los hombres puedan estar buscando, el uso del lenguaje da un viaje fundamental. No es necesario justificar eso a la luz de nada. Eso que está ahí es fundamental. Otras cosas son las que deben ser justificadas.

 

Creo que como ser vivo del planeta pertenezco a un orden mayor que yo, que va del tiburón al saltamontes, del roble a la petunia. Yo estoy al interior del misterio, el cual es difícil de comprender. Todas las religiones, para mí, son una tentativa tosca y grosera de homenajear al Misterio, con mayúscula. Me doy por bien servido con tener esta sensación de pertenecer a él. A qué nombre responde ese misterio es lo de menos. Eso está históricamente determinado. Ni los más brillantes economistas brasileños logran comprender el funcionamiento de la economía, ¿cómo vamos nosotros a comprender el misterio? Puta, es una locura. Todo lo que nos queda es realmente homenajearlo.

 

Todo es milagro. No es necesario curar leprosos. Yo no necesito milagros de ese tipo. El color amarillo, para mí, es un milagro. La percepción es un gran milagro. Poder oír un sonido, mi bemol, es un milagro. El azul, las experiencias biológicas, el placer de la papa frita, son milagros. Tres cogidas en una noche son un milagro. El mundo está lleno de milagros. Pero la gente se queda buscando… La gente lo que quiere es circo. No necesito circo, el zen no necesita circo. El zen dice: “Es aquí y ahora”.

 

Para el zen, es en la propia vida cotidiana donde reposa el secreto. Es necesario rescatar la grandeza infinita de los gestos simples y “elementales”. Cuidar la vida. Disfrutar de las pequeñas cosas. Lavar nuestra propia ropa. Los trastes. Arreglar la casa. Hacer la comida. Bañarse como quien realiza un acto sacro. Recuperar el placer de la práctica de los actos primarios. Saber que ser materia, coño y verga, boca y estómago, es dignidad y esplendor. Cuesta trabajo. Pero, para brillar, las estrellas tienen que arder hacia su glorioso final.

 

Lo difícil (= válido) es elaborar aparatos nuevos cada vez, sin saber por dónde empezar ni a dónde llegar. Pero la invención es eso. Es arrastrar a los otros a los abismos de la aventura total, a los parajes del asombro, a las galaxias del sobresalto. Sin embargo, lo que siempre estalla en el poeta es la intuición. La creación oscila entre esos dos polos: intuición y trabajo, improvisación y método, azar y técnica. La intuición (azar) es inmensa y el trabajo es lo que la socializa. Es lindo hablar de trabajo absoluto.

 
 
 
 
 

Paulo Leminski es una de las figuras más emblemáticas de la contracultura brasileña. Nació en 1944 en Curitiba y murió en São Paulo en 1989, a los 44 años. En 1975 publicó su primer libro, Catata, una de las obras más importantes de la segunda mitad del siglo XX en Brasil. Escribió poemas, cuentos, ensayos, biografías, canciones y una novela. Tradujo autores del inglés, francés, latín y japonés, como Samuel Beckett, Yukio Mishima, Alfred Jarry, John Lennon y Petronio. Se desempeñó como publicista, periodista, redactor de cómics y profesor. Fue también oblato benedictino, cinta negra de judo y músico popular, tres actividades que incidieron fuertemente en su obra. Llevó una vida marcada por el exceso, entre las drogas y el alcohol. Aun cuando debutó como poeta concretista y conservó su admiración por los creadores de ese movimiento, su espíritu proteico y devorador de múltiples referencias, provenientes tanto de lo popular como de lo erudito, lo llevó a formular un camino propio. Con su poética y su actuar desobediente, inspiró a otros poetas a salir del impasse concretista en el que se hallaba sumida la poesía brasileña de su época. Hasta el día de hoy es una figura muy influyente para las nuevas generaciones.

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