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La invención de las noticias

Guillermo G. Espinosa





El tomo que se muestra en esta página electrónica presenta una aproximación a un periódico del siglo XVII. Es la portada de un libro de historia de la noticia y el periodismo, desde la aparición de esta noción hasta la primera proliferación de diarios, en el temprano XVIII. El más antiguo impreso noticioso del que se tiene evidencia es de 1609 y proviene de lo que hoy conocemos como Alemania. Neue Zeitung le llamaban a estos impresos que traían “nuevos reportes”. Los impresores habían pasado más de un siglo experimentando con nuevos formatos y productos de lectura, porque el mercado no podía ser sólo de libros religiosos y eruditos. Así había sido desde el siglo XV. La letra impresa estaba restringida a ciertos temas y puñados de lectores. Antes que los periódicos divulgaran noticias, los Estados monárquicos de Europa llevaron a la letra el orden político, mediante la publicación de edictos, proclamas y noticias de desastres naturales o guerras. Esta fue prensa de Estado, voz del reino. Pero la creatividad de los impresores no podía limitarse a esas funciones y pronto se animaron a publicar panfletos de análisis político filosofante y baladas. La Edad Media estaba desvaneciéndose. Los burgos que entraron en auge en el siglo IX tenían –seiscientos años después– no sólo sus grandes catedrales, sino también nuevos oficios, estratos sociales y hombres de considerable riqueza: los burgueses. En las ciudades germanas se experimentaba un tránsito de la cultura manuscrita a la impresa y los burgueses, sobre todo los comerciantes, tenían mucho que ver en esto. La prensa no periódica dio lienzo a la política y a la circulación de ideas, fuera de los palacios reales. Desde la invención de la imprenta en 1450 hasta los primeros 1800, cuando se potenció la edición diaria, los productos de la prensa fueron casi en todas partes y todo momento un asunto de élites: nobles, religiosos, cortesanos, filósofos y mercaderes. Para estos lectores de impresos, la diferencia física entre un libro y un periódico estaba en la cantidad de páginas, la longitud de los textos y su temática. Los panfletos eran normalmente de ocho páginas, en un solo cuerpo de texto por plana, y su lectura propiciaba la conversación pública, porque muchas veces se leían en voz alta. Los Neue Zeitung no fueron distintos; su diferencia puntual fue haber hecho de la noticia una mercancía. Su morfológica transición tomó siglos y fue en el XVIII cuando se vio la conveniencia financiera de publicar anuncios comerciales, aumentando el espacio para ello. Antes de eso, eran libros con noticias; en inglés, inclusive, eran llamados newsbook. En la primera página fluían las informaciones sobre textos que comenzaban en grandes letras, destacando la novedad del reporte, y terminaban desvaneciéndose en una tipografía menor, como se ve en la portada del libro adjunto (sin traducción y edición al español). Su autor es el especialista en historia moderna en la Universidad de Saint Andrews en Escocia, Andrew Pettegree, y su tesis es que los periódicos se hicieron un bien comercial en el siglo XVII en Alemania, vendiendo novedades, lo cual le dio una naturaleza distinta a los panfletos políticos; no era la política en sí, sino lo nuevo y la serialidad de los hechos lo que generaba un interés de mercado, lo que los economistas denominan valor de uso y valor de cambio. Por décadas habían peleado los reinos germánicos con el Imperio Turco Otomano y las elites medievales se habían habituado a la lectura de impresos con informaciones sobre la guerra, por los que pagaban un precio por cada ejemplar. En forma de manuscritos, la guerra había sido desde los tiempos de Herodoto y Tucídides –por citar dos referentes clásicos entre historiadores– un tema de relatos y análisis que no sólo satisfacían la necesidad de estar informado, sino también la más llana curiosidad y el entretenimiento. Los informes que llegaban de la guerra contra los turcos no eran impresos periódicos ni seriados: tan solo panfletos u hojas sueltas de noticias, con los que se mantenía la diversidad productiva de las prensas de tipografía móvil. El punto de autodefinición llegó con los Neue Zeitung, informando en prosa de manera breve, concisa, vívida y periódicamente, sobre el sitio de una ciudad o batallas. Los impresores habían logrado así la invención de la noticia.

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